Los contrabandistas de la memoria: registros vivos para una comunicación y pedagogía con perspectiva de derecho

En tiempos de “desmemoria”, quienes todavía resistimos (y existimos) a los embates del negacionismo y del fascismo, nos preguntamos: ¿cómo mantenemos viva la memoria? Sabemos que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Ahora bien, ¿cómo hacemos para no olvidar?

Los contrabandistas de la memoria es un título que no me pertenece, sino que es de Jacques Hassoun, psicólogo francés que analiza La transmisión. Este autor dice que “La transmisión de una cultura, una creencia, una filiación, una historia, durante mucho tiempo pareció funcionar por sí misma” Sin embargo, Hassoun reconoce que esa visión idílica está contradicha por los hechos. Es decir que la transmisión, tal y como esperamos que funcione, presenta fallas. De esta manera coloca a la transmisión como un problema. Un problema no sólo pedagógico, sino biológico (de supervivencia misma de la humanidad) y político-ideológico. ¿Qué pasaría si las nuevas generaciones tuvieran que inventar y producir todo de nuevo?  

La buena noticia es que no estamos condenadas a reproducir. La transmisión, en palabras del autor, no supone “el eterno retorno”. Esta transmisión, nunca es lineal, ni mecánica, ni es una repetición acrítica. 

Podemos imaginar que en toda transmisión siempre queda un resto, un margen para una reelaboración auténtica, para que el sujeto se apropie reflexivamente de esa herencia y pueda identificarse en ella y, a la vez, distanciarse. Es a la luz de lo antiguo que podemos reconocer y afrontar la discontinuidad. El autor lo llama Repetición fecunda. Es decir, no puedo entrar en contacto con lo nuevo que se me presenta, sin reconocer allí una parte de familiaridad. Esta persistencia de los hechos de cultura que proceden del lazo social nos inscribe en una continuidad y nos asegura, en cierto modo, que no estamos en cada generación confrontados a algo nuevo sin ningún nexo con lo que precede. 

Lo apasionante en la aventura de la transmisión es que somos diferentes de quienes nos precedieron y nuestros descendientes, seguramente, seguirán un camino diferente al nuestro. Y sin embargo allí, en esta serie de diferencias, es en donde inscribimos aquellos que transmitiremos. “La paradoja de una transmisión lograda ofrece a quien la recibe un espacio de libertad, una base que permite abandonar el pasado para (mejor) reencontrarlo”. 

¿Por qué, entonces, hablar de“contrabandistas de la memoria”? Porque, siguiendo a Hassoun, son ellos quienes se encargan de preservar y transmitir la memoria de eventos traumáticos o históricos que han sido silenciados o negados. Estos contrabandistas se dedican a rescatar y difundir testimonios, documentos y relatos que desafían la versión oficial de la historia.

La tarea de construir transmisión o construir memoria implica enlazarnos a una cadena de significantes, tejer una trama de sentidos, que nos precede y nos excede. Para embarcarnos en las aguas profundas de la transmisión es necesario preguntarse: 

por qué transmitir

qué transmitir

cómo transmitir

Estos interrogantes, que se preguntan por los objetivos, los contenidos y los métodos de la transmisión, a primera vista, parecen preguntas didácticas. Pero, en verdad, son preguntas éticas filosóficas porque estamos frente a lo que, algunos autores, llaman la “enseñanza de lo inenseñable”. Por eso quiero centrarme en el cómo. ¿Cómo transmitir el horror? ¿Cómo reconocerse en el terror? ¿Cómo familiarizarse con el espanto? 

Me sigo preguntando: ¿será que hay un inconsciente colectivo que nos empuja a olvidar el trauma social como mecanismo de defensa colectivo? Necesitamos, como comunidad, elaborar el trauma, reelaborarlo para poder transmitirlo de manera fecunda. Necesitamos construir una memoria fértil, desde una estrategia sólida y articulada que disponga de tres ejes: 

• El generacional.

Los tiempos verbales. 

Lo colectivo.

Es decir, necesitamos una memoria que, primero convoque a una cita (inter) generacional; segundo, que proponga resignificar el presente, a la luz del pasado para proyectar un futuro; y, por último, una memoria que se construya junto a otres. Necesitamos construir una historia llena de vacíos que pueda alojar a las diferentes subjetividades (que queremos interpelar) y  una memoria dialógica que escuche, más que hable.  

Sabemos que “todo está guardado en la memoria”, pero ¿dónde está la memoria? La pregunta por el cómo, cobra sentido, en tanto la forma importa, es texto y con-texto, es contenido y continente a la vez. Algunos artilugios, que con mis compañeres de organización, fuimos diseñando para asumir el desafío de la transmisión conjugan las ciencias jurídicas, las ciencias de la comunicación, y las ciencias de la educación. 

De los juicios a la comunicación: 

Luego de que andhes se constituyera como querellante en las causas jefatura I, jefatura-arsenales II y villa urquiza, empezamos a “coquetear” con la comunicación. Colaboramos en la cobertura de algunos de los juicios de lesa humanidad que se estaban llevando a cabo en la provincia de Tucumán. Ante esto nos preguntamos  ¿La comunicación en materia de Memoria puede ser otra que la cobertura periodística? En este sentido, nos propusimos “sacar los juicios a la calle, salir del microclima de los ya convencidos” para interpelar a otres y, mediante diferentes recursos, al presente. Entendimos que abordar la comunicación no podía entenderse como cobertura de prensa, era preciso pensar la comunicación como herramienta de transformación social, política y estratégica. También, revalorizar algunos producciones comunicacionales como una forma de resguardar archivos vivos, vitales, en permanente construcción. Con algunos tropezones, el aprendizaje organizacional fue que no es lo mismo pensar la comunicación que desde la comunicación. En este recorrido, optamos por desarrollar estrategias de comunicación que se alejaban de lo que en ese momento era la estrategia de medios tradicionales y apostamos a la producción de contenidos audiovisuales que narren historias. Dos iniciativas que dan cuentan de esta línea pueden ser: el cortometraje de Don Díaz y los spots de las empresas fueron parte. El propósito con la primera fue sensibilizar e invitar a participar de los juicios. Fue un intento, también, de ponerle rostro a las consecuencias del terrorismo de estado. “Transformar el dolor en lucha”, pasó de ser una frase a un discurso con materialidad. 

En cuanto a la segunda iniciativa, el objetivo era claro: incidir en la agenda pública para señalar la complicidad del poder económico durante la dictadura cívico-militar. 

La comunicación se convertía en una estrategia política vertebral, no sólo para visibilizar los procesos de lucha, sino también para alojar la memoria de la “Memoria”, en una suerte de back up de la misma.

De la comunicación estratégica a la pedagogía: 

Ahora bien, ¿la transmisión terminaba con “transmitir” los videos, los spots producidos? ¿O recién empezaba? Para hacer pedagogía de la memoria, primero hay que hacer pedagogía de la pregunta, por eso, y fiel a la tarea, empezamos, en relación a las producciones audiovisuales, a preguntarnos ¿qué más hacemos? ¿Cómo y por dónde circulan los videos? ¿quién los ve? ¿qué y cuáles preguntas son las que generan? ¿Qué dice la audiencia que los ve? 

Empezamos a evaluar que tampoco era suficiente con una estrategia de difusión y visibilización.  Esta comunicación debía generar, conflicto (cognitivo), movimiento, reflexión, conciencia, análisis, crítica y para eso, era necesario salir al encuentro encuentro con los receptores. De la comunicación, entonces, planteamos una estrategia pedagógica; de elaborar el mensaje; pasamos a construir saberes colectivos; de pensar en términos de emisor-receptor, pasamos a pensar en educadora- educando.  

La pedagogía de la memoria, tal como la entendemos, plantea una educación que trasciende la efeméride del 24 de marzo y la asignatura de Historia. Se trata de una propuesta curricular transversal e interdisciplinaria, que permita resignificar lo heredado desde la óptica del presente y desde las realidades de los adolescentes, intentando un diálogo intergeneracional. La pedagogía de la memoria habilita eso que llamamos Derecho al futuro. Se trata de preguntarles a los chicos y chicas ¿A qué le dicen Nunca Más hoy? De proponerles que investiguen, que indaguen qué pasaba con su escuela en la dictadura, propiciar la pregunta hacia sus familias, en su entorno, en su barrio. La pedagogía de la memoria es profundamente contextualizada y situada. Se trata, por ejemplo, de problematizar el por qué del avance de un gobierno de ultra derecha.  

La pedagogía de la memoria trasciende también el archivo de datos y de documentos de esa visión “objetiva de la historia”. La pedagogía de la memoria apuesta al deseo de narrar y la narración del deseo. Por eso incorporar testimonios, historias particulares, relatos colectivos. Es importante compartir experiencias con los adolescentes. 

Desde estas convicciones,  con algunas certezas y más incertidumbres, comenzamos a  gestar el cuaderno didáctico, pedagógico y político:  las escuelas dicen nunca más, con la editorial humanitas de la facultad de filosofía y letras.  Un cuadernillo dinámico, interactivo e inacabado, que combina diferentes lenguajes, sentidos, colores, texturas y cuenta con una multiplicidad de discursos: periodísticos, sitios web,  testimonios, declaraciones, canciones, cartas, filmes, novelas, entrevistas, relatos personales, crónicas, microrrelatos, etc. todos “envasados” en una diversidad de formatos y presenta diferentes actividades para hacer en el aula y en la escuela.  

A las preguntas del para qué, qué y cómo transmitir, el cuadernillo coloca con fuerza la pregunta ¿con quiénes? Así, El cuaderno aborda la tríada: docentes, estudiantes, escuelas. Entendiendo que son los docentes agentes claves de articulación y de generación de debate; que los estudiantes son sujetos políticos y críticos y que la escuela es lugar de encuentro por excelencia, “la gran ocasión”, como dice Graciela Montes. Esto con el objetivo de que las escuelas abracen  como proyecto institucional la democracia, la participación y el derecho. 

Me gustaría poner de relieve la dimensión local de la memoria, siendo el cuadernillo una producción local, dando cuenta, por ejemplo, lo que significó el Operativo Independencia y la Dictadura civico-militar en la provincia de Tucumán. No por proponer un diálogo con los y las estudiantes se debe transmitir la memoria de forma ambigua o confusa.  El mensaje debe ser claro: el terrorismoo de estado empezó antes del 76 y en nuestra provincia. Es interesante problematizar la “memoria oficial” (mayoritariamente construida desde el centro del país) para hacer el ejercicio de una memoria más regional, desde el NOA. 

Somos conscientes que la construcción de la memoria es un campo en permanente disputa de sentidos, pero también es necesario comprender que ese campo, no sólo es de reproducción sino también creación y producción con otres. 

Se trata de ejercer el derecho a la memoria, una memoria con perspectiva de género, una memoria interdisciplinaria, una memoria con los pies en la tierra, una memoria dialógica, una memoria intercultural. desde la ética de la transmisión, Se trata, en definitiva, de “contrabandear” la memoria para que un “continuará” se haga posible.

Co-directora ejecutiva de ANDHES. Profesora en ciencias de la educación. Docente de la cátedra de política educativa de la facultad de filosofía y letras. Pedagoga de la escuela sarmiento - UNT

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