50 y 10: Los legados de impunidad siguen vigentes

Las noticias dolorosas sobre los fallecimientos de testigos clave en la causa sobre responsabilidad empresarial de integrantes del Ingenio La Fronterita en delitos de lesa humanidad llegan con asiduidad, mientras la justicia a cuenta gotas sigue garantizando el dolor y la impunidad biológica.

Próximamente se cumplirán 50 años desde que Juan Nicolas Vazquez, Ricardo Reynaldo Mercado, Fidel Jacobo Ortiz y muchas otras personas de la zona, fueron víctimas del Centro Clandestino de Detención montado en el Ingenio La Fronterita. Era el comienzo del denominado “Operativo Independencia”, la excusa para dar comienzo a un despliegue inusitado de represión en el sur tucumano y el comienzo del plan sistemático de exterminio que se extendió hacia todo el país con la dictadura militar.

10 años serán los que lleva el periplo judicial luego de que la fiscalía federal pudiera avanzar con el pedido de indagatoria contra los empresarios, dueños y administradores del ingenio.

Durante este año tuvimos dos noticias muy dolorosas que hacen eco de lo que hemos decidido llamar legados de impunidad. En enero, durante el periodo vacacional, nos llegó la información de que uno de los testigos víctimas de la causa Fronterita ha fallecido. El Sr. Vazquez, Juan Nicolas Vazquez, quien había sido testigo en el juicio operativo independencia. Vivía en Famaillá y de niño trabajó en los campos de caña dependientes del ingenio. Hace poco se había podido jubilar siendo empleado municipal. La dolorosa noticia se vuelve a poner de relieve en las primeras semanas del mes de septiembre, cuando nos informan que ha fallecido el Sr. Mercado, Ricardo Reynado. Otro de los testigos víctimas de la primera causa que lleva al banquillo a los empresarios acusados de complicidad con el terrorismo de estado. 

Jorge Figueroa Minetti tiene 84 años. A diferencia del Sr. Mercado o el Sr. Vazquez puede gozar de una buena salud y los mejores servicios médicos para atender cualquier urgencia que su salud demande. Pero la biología hace lo suyo y todos llegan al mismo final de camino, lo que cambian son las circunstancias. Mientras Vázquez y Mercado fallecieron esperando justicia, Minetti, a su avanzada edad, corre con el beneficio del tiempo para poder esquivar el juicio donde se juzgue su responsabilidad sobre crímenes cometidos contra los pobladores de las colonias dependientes del ingenio Fronterita donde él, para la época, hacía las veces de administrador.

Son la dos facetas del fenómeno llamado “Impunidad biológica”, concepto acuñado por el movimiento de derechos humanos de nuestro país para describir el producto de las demoras y dilaciones que la justicia comenzó a experimentar en la última década para avanzar con los juicios de lesa humanidad donde algunos intereses (o personas de interés) comenzaron a tener que rendir cuentas sobre el pasado reciente. Pero este concepto también incluye la otra cara de la misma moneda. Víctimas quienes luego de casi 50 años dejan este mundo con la expectativa frustrada de reparación y justicia por el horror vivido.

Ni tan lejano, ni tan cercano, podemos ver que las investigaciones de la complicidad económica con el terrorismo de estado muestran patrones parecidos en toda latinoamérica. La dilación en primera medida, la impunidad biológica como su consecuencia directa y los legados de impunidad como fin último, interpretando este como un concepto que excede la individualidad de los acusados sino como un marca que queda para toda la sociedad en su conjunto.

Próximo a cumplir 10 años del primer pedido de indagatorias realizado por la fiscalía federal de Tucumán la causa Fronterita sigue siendo un botón de muestra de lo que sabemos que existe y contra lo que luchamos día a día, las injusticias del ayer materializadas en las crudas realidades del hoy.

Coordinador de Empresas y Derechos Humanos - ANDHES

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